TAMPA, FLORIDA, EEUU — Martín y Paula llevaban casi 48 horas encerrados en su casa de Clearwater, en la Florida. A pesar de haber recibido orden de evacuación por parte de las autoridades, el matrimonio mexicano decidió hacer caso omiso y quedarse en casa.
“Deberíamos habernos ido, podría haber sido mucho peor”, explicó la mujer en declaraciones a la Voz de América mientras paseaban por una de las marinas de la ciudad.
Ambos relatan que durante la noche del miércoles hubo una fuerte marejada ciclónica que inundó algunas calles de la ciudad. Los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes (CNH) ya avisaron de que las inundaciones podrían ser un gran problema y recordaban que los peligros del huracán no son únicamente los fuertes vientos, sino también el agua que trae.
Los meteorólogos esperaban “marejadas ciclónicas catastróficas” con aumentos del nivel del agua de hasta 5 metros. A pesar de eso, el paso del huracán Idalia no ha sido tan devastador ni catastrófico como se pronosticaba en un principio. El ciclón, que tocó tierra el miércoles poco antes de las 8 de la mañana como categoría 3 y con vientos de más de 200 kilómetros por hora, impactó en Keaton Beach, situada en la zona boscosa y poco poblada del Big Bend de la Florida.
“Claramente, la marejada ciclónica fue suficiente como para poner en peligro la vida si la gente no tomaba las precauciones adecuadas. Pero creo que la mayoría sí lo hizo”, dijo el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, durante una conferencia de prensa de actualización de la trayectoria de Idalia.
Con muchas calles inundadas, algunos vecinos aprovecharon para navegar por ellas. David, un residente de Tampa, sacó el kayak de su casa y se dispuso a remar, a pesar de las advertencias de las autoridades que pedían a la población extremar todas las precauciones. “La tormenta no fue tan fuerte, pero llovió bastante y la marea sube bastante por aquí”, comentaba el joven.
A pesar de que algunos se tomaron esta emergencia con humor, en la memoria reciente de muchos residentes de la costa oeste de la Florida está el paso del huracán Ian, que arrasó con algunas zonas de Fort Myers, al sur de la ciudad de Tampa. “Eso mismo podría haber ocurrido aquí”, recuerda Mike Roussi, otro vecino de la ciudad, que el año pasado también abandonó su casa de la playa por seguridad.
Las autoridades ya habían advertido de las consecuencias de este potente huracán y es que, según los meteorólogos, no se había visto algo así en esta zona en más de 125 años. Por eso, había el temor de que la magnitud de la catástrofe pudiera ser histórica.
Miles de hogares sin luz
Idalia, además, dejó sin electricidad a más de 250.000 hogares y negocios, según datos de PowerOutage.us. El gobernador DeSantis se comprometió a restablecer el servicio eléctrico cuanto antes para que el estado pudiera volver a la normalidad.
Hasta el martes por la noche, se habían ordenado evacuaciones en 28 de los 67 condados de Florida. La mayoría del estado y partes de Georgia y Carolina del Sur se encontraban bajo advertencias o avisos de tormenta.
“El impacto climático no fue tan grave como se esperaba, y nuestras cuadrillas pudieron trabajar durante toda la noche para restablecer el servicio a los clientes durante la tormenta”, declaró Archie Collins, director general de Tampa Electric.
En busca de un lugar seguro
Muchos hoteles de la costa oeste de Florida han servido de refugio para los más de 21 millones de residentes que estaban en estado de emergencia por el paso del potente ciclón. Carlos Salgado es un español residente en la zona costera de Tampa y fue uno de los residentes que recibió orden obligatoria de evacuación. “Hemos tenido que salir por recomendación de las autoridades”, explicaba el hombre a la VOA mientras desayuna tras pasar su primera noche en un hotel de la ciudad.
Era la primera vez que este español vivía una alerta por huracán y confiesa que “no ha sido tanto como esperaba”, a pesar de que entiende que las autoridades también “deben extremar las precauciones” ante cualquier escenario imprevisto.
“Estamos en una zona que no ha afectado directamente, pero sí que ha habido algunas inundaciones, de más de un metro, en las zonas costeras”, decía satisfecho porque “no se han visto grandes destrozos” provocados por este potente huracán.
Pese a eso, no quería adelantarse y aseguraba que esperaría a la luz verde de las autoridades para regresar de nuevo a su hogar. “Vivimos a metros del mar y estaremos aquí hasta que las autoridades digan que podemos volver”, agregaba.
Luis Rodríguez, empleado de servicio de hotel, aseguraba que estaban a plena ocupación ya que muchos huéspedes, en realidad, eran residentes de Tampa que se habían trasladado ahí en busca de refugio. “Hemos estado acogiendo a todas las personas que lo necesitaban, para que se sientan bien y seguros aquí”, comentaba.
La dirección del hotel también había habilitado varias habitaciones para que el personal pudiera pernoctar sin necesidad de correr ningún riesgo, algo que Rodríguez también agradecía. Tanto él como muchos otros de sus compañeros celebraban a media mañana de que Idalia no hubiera provocado muchos destrozos.
A medida que pasaban las horas del miércoles, los residentes de la costa oeste de Florida trataban de volver a la normalidad. Los restaurantes que estuvieron cerrados durante la mañana, empezaban a subir las persianas para atender a los primeros clientes.
“No ha sido nada, así que la vida continúa”, decía Marta, que trabaja en un restaurante latino a las afueras de Tampa.