Caribe mexicano podría vivir peor brote de sargazo en 5 años

El problema del maloliente sargazo, un alga de gran tamaño, en la costa caribeña de México es “alarmante”, dicen las autoridades del país.

La llegada de montones de algas marrones, que desprenden un fuerte olor, a unas playas de arena blanca normalmente inmaculadas se produce justo cuando el turismo recupera los niveles previos a la pandemia, aunque la creación de empleo en el principal destino turístico del país ha sido más lenta.

Con el avistamiento de más algas flotando en el mar, los expertos temen que 2022 pueda ser tan malo o peor que el catastrófico 2018, cuando se registró el peor episodio de sargazo hasta la fecha.

“Podemos decir que la situación actual es alarmante”, afirmó el secretario de la Marina, José Ojeda, que enfrenta una tarea aparentemente imposible: retirar el sargazo en el mar, antes de que recale en las playas.

La Marina tiene 11 buques para la recogida del alga operando en la zona, pero las propias cifras del departamento muestran que la cantidad recolectada en el mar baja cada año. En 2020, la Marina retiró el 4% del sargazo en el mar, mientras que el 96% se sacó de las playas. la cifra bajó al 3% el año pasado y a alrededor del 1% en lo que va 2022.

Permitir la llegada del alga a la playa genera un problema no solo para los turistas sino también para el medio ambiente, afirmó Rosa Rodríguez Martínez, bióloga en la localidad costera de Puerto Morelos que estudia los arrecifes y los ecosistemas costeros para la Universidad Nacional Autónoma de México.

Debido a la gran cantidad de sargazo que se acumula en los arenales, los hoteles y las autoridades locales echan mano de topadoras y maquinaria pesada porque los equipos tradicionales — rastrillos, palas y carretas — no alcanzan.

“La maquinaria pesada, al retirarlo (el sargazo), se lleva una gran cantidad de arena”, lo que contribuye a la erosión de la playa, afirmó Rodriguez Martinez, quien apuntó que la enorme acumulación de algas obliga a emplear este tipo de elementos.

A Rodríguez Martínez le preocupa que en 2022 pueda darse un episodio peor que el de 2018: “En los últimos días han llegado grandes cantidades a la costa, y en lugares donde no vi siquiera en 2018”.

Pero el Laboratorio de Oceanografía Óptica de la Universidad del Sur de Florida señaló en un reporte que “es probable que 2022 sea otro año de sargazo moderado o importante”, mientras la cantidad que se puede ver en todas las aguas son menores a las avistadas en 2018 y 2021.

El problema coincide con la recuperación de balnearios turísticos como Cancún, Playa del Carmen y Tulm tras la brutal caída del turismo en los dos últimos años debido a la pandemia del coronavirus. No todas las playas se ven afectadas por igual: muchos de los arenales de Cancún e Isla Mujeres suelen evitar las grandes acumulaciones de sargazo, que son más habituales en los de Riviera Maya.

Dada la limitación presupuestaria y de barcos de la Marina, Rodríguez Martínez apuntó que la mejor solución podría ser instalar barreras flotantes en alta mal y recoger el sargazo en aguas más cercanas al litoral.

Y, a la vez, planteó otro problema: ¿qué hacer con las miles de toneladas de algas que se retiran cada año, principalmente por empresarios hoteleros? Algunos se limitan a arrojarlas a canteras de piedra caliza en desuso, donde la sal y los minerales que adquieren en el océano pueden filtrarse a las aguas subterráneas.

Otros, simplemente las dejan en bosques o manglares, algo igual de perjudicial.

“Las algas tienen mucha sal (…) y eso no es bueno ni siquiera para las palmeras, que son bastante resistentes a la sal”, afirmó.

Aunque ha habido proyectos para convertir el sargazo en ladrillos o fertilizantes, la falta de políticas oficiales y de planes a largo plazo complica la obtención de grandes inversiones.

En la década de 2010, los primeros reportes sugerían que las masas de sargazo procedían de una zona del Océano Atlántico frente a la costa norte de Brasil, cerca de la desembocadura del Amazonas. El incremento de los nutrientes procedentes de la deforestación o de las descargas de fertilizantes podrían alimentar la proliferación de las algas.

Pero hay otros factores que podrían ser relevantes: los flujos de nutrientes procedentes del Río Congo, el aumento de las aguas oceánicas profundas ricas en nutrientes en el Atlántico tropical y el polvo que llega desde África.

AP

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